PIDE SÓLO RESPUESTAS

Cuando despertó en aquella habitación,
había perdido
la noción del tiempo y del espacio, como en una siesta de mediodía, y le resultó extraño encontrarse más ligero que de costumbre
La muerte de su padre le había hecho hacerse mil y una preguntas, ¿cómo sucedió?¿se pudo evitar?¿era su destino?¿porqué ese día él no lo acompañó?, pero sobre todo, en su cabeza daba vueltas siempre la misma incógnita, ¿si realmente existía un Dios, porqué a su padre?
Le parecía que aquella extraña habitación no tenía paredes, ni siquiera techo, que el inmenso espacio alrededor de la camilla en la que había despertado era la prolongación del cielo.
Unos años más tarde, cursaba estudios de Periodismo en la Universidad, y la muerte de su padre sólo era un vago recuerdo de su infancia, aunque nunca había podido borrar de su mente que se separaron sin despedirse.
Él ya no recordaba nada y en su largo camino hacia la perfección sólo le acompañaban los ángeles y la soledad.
Cierto día, como respuesta a esas plegarias que le atormentaban, al salir de la biblioteca se encontró con un extraño hombre, que le abordó súbitamente y le entregó un mensaje: "Planta una flor y pide un deseo, lo que más ansíes".
Su cuerpo físico sólo era un recuerdo, en su ser sólo cabía espiritualidad y buenos deseos. No albergaba rencor, odio ni ningún sentimiento humano.
Hacía ya meses que esperaba esa mañana. El día anterior había comprobado con alegría que la flor estaba a punto de abrirse y con ella saciar el desazón que le carcomía desde pequeño. Nadie conocía el deseo solicitado y a él le había llevado tiempo entender que los deseos atendidos nacían del corazón.
Allí, por fin, se encontraba. Estaba en las puertas del Paraíso. Había llegado a la culminación del ser humano tras un eterno viaje. Ahora se preparaba para una nueva misión en otro tiempo y otro espacio. Desde que nació estaba destinado a ser un Dios pero antes debía limpiar su cuerpo en infinitas etapas de purificación. En ese preciso instante, un ¿soplo de aire? como un beso del Padre, le obligó a girarse. El ¿tiempo? se detuvo. Supo que el buen Dios lo esperaría un poco más.
En ese mismo segundo, en la Tierra, nacía una flor verde.
"Imagino el AMOR y concibo un Dios: tú, por ejemplo."
"Vivir no quiere decir acertar."
"Desde que te imaginé y apareciste te llevo en las rodillas."
"Dios no condena porque no juzga."
"Disfruta de tu imperfección. ALGUIEN lo ha querido así."
"¿Me comprendes si te digo que al «otro lado» serás «ella»?"
"¿De verdad crees que la casualidad podría armar la novena sinfonía de Beethoven o el azul del cielo?"
"¿De verdad entiendes que la NADA es el jardín que rodea mi casa?"
"El AMOR se alimenta de lo curvo."
"Recuerda la ecuación «diofántica»: «A = T x D» "
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